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  La infidelidad puede afectar a los hijos
 
“La gente no solo traiciona a sus parejas cuando destrozan la vida familiar con un affaire serio. La triste verdad es que sus hijos crecen creyendo que sus padres han sido desleales con ellos también”, asegura de forma directa la escritora Kate Figes.

A solo semanas de publicar su investigación que por tres años la tuvo inmersa en el mundo de la infidelidad -hablando con psicólogos, consejeros matrimoniales y, por supuesto, infieles-, esta mujer revela en “Our Cheating Hearts: Love And Loyalty, Lust And Lies” (Nuestros corazones tramposos: Amor y lealtad, lujuria y mentira),un lado muchas veces inexplorado en los engaños maritales y su posterior descubrimiento: qué pasa con los hijos.

“Los padres que tienen infidelidades no solo le están mintiendo a sus parejas, están también engañándose a ellos mismos acerca del impacto que su affaire tendrá sobre sus hijos”, creyendo que a veces son muy niños para comprender lo que realmente está sucediendo, señaló al Daily Mail la escritora.

Según Figes, existe una buena cantidad de estudios que revelan que además de las consecuencias pueden aparecer en un niño tras una separación matrimonial (como baja en su autoestima, sentimiento de abandono, deterioro en sus notas escolares), existen varios factores que pueden desencadenarse en el menor, cuando la relación amorosa de sus padres se termina producto de un engaño.

“Cada padre culpa al otro del quiebre, a  menudo forzando al niño a tomar partido por uno de los dos”, dice la autora, preocupada de que la mayoría de los problemas que esto traerá a la vida de un menor, suelen reflejarse en su adultez. “(Y) pueden contribuir a sus propios problemas maritales, incluyendo infidelidades propias, o afectar su capacidad para formar relaciones duraderas”.

Basándose en dos investigaciones hechas por Judith Wallerstein, una renombrada psicóloga que se dedicó por 25 años a estudiar los efectos de los divorcios en los niños, Figes se atreve incluso a hablar del “gen de la infidelidad”, para referirse a cómo los hijos de infieles, al querer enfrentar una relación seria y duradera en su adultez, viven en la incertidumbre, creyendo que en sus propias vidas se puede repetir el engaño de sus padres.

De esta forma, la autora coincide con la psicóloga argentina Ana Nogales, quien ya en 2009 trató el mismo tema con su libro "Padres que engañan, cómo la infidelidad de los padres afecta a los hijos", preocupada de que poco se hablara de los niños cuando se descubre un engaño.

Tal como indicó Nogales a EFE, la dificultad para relacionarse se suma a los sentimientos de culpa, vergüenza, y a la confusión en el significado de estar en pareja, sin olvidar la repetición de patrones.


Sí, las infidelidades ocurren

Las consecuencias de un affaire en los hijos parecieran empeorar cuando éstos descubren el engaño a medida que son más grandes.

Por ejemplo, en la adolescencia, asegura Figes, “cuando sospechan o descubren algo, a menudo no saben a quién acudir”, estando en plena etapa del desarrollo de su identidad y la búsqueda de su primer amor.

 “Para crecer bien, los adolescentes necesitan desesperadamente que sus padres sean modelos a seguir, sobre todo cuando se trata de demostrar valores de integridad, honestidad y sensibilidad hacia los seres queridos (…) Necesitan una familia estable de la cual puedan gradualmente separarse, para así formar sus propias vidas. (Y) el descubrimiento de una infidelidad destruye todo esto”, afirmó la autora.

La única manera de evitar que el daño sea mayor, según Figes, radica sobre todo en poner los intereses de los menores siempre por sobre los propios, y esto incluye evitar agresiones o malas palabras para referirse al otro padre, aún cuando la rabia por la traición sea difícil de contener.

Es importantísimo que los hijos vean que existe un respeto por la opinión del otro y que las cosas se pueden resolver conversando. Por esto, “cualquier tipo de estrés, humillación o rabia debe ser  descargado lejos de los niños”, dice Figes.

Además, “es importante no dañar su confianza. Esto significa decir la verdad de lo que está pasando, de acuerdo a la información que sea más apropiada a su edad, respondiendo sus preguntas de forma directa”. Esto, explica, les ayudará a saber que ante cualquier duda siempre podrán conversar abiertamente el tema, y, sobre todo, les dará la tranquilidad de saber que la infidelidad jamás fue por culpa de ellos.

“Sí, las infidelidades ocurren”, dice Figes. “Pero si ya estamos tan grandes como para tener hijos, les debemos a ellos el enfrentar las consecuencias de una manera adulta”.

En tiempos en que parece que la sociedad cada vez se preocupa más de las necesidades de los menores, con libros y especialistas, “muy a menudo, los papás fallan al no proporcionar lo que sus hijos más necesitan: una relación constructiva y amorosa entre los dos únicos padres que el niño tendrá en su vida”, reflexiona la autora.
FUENTE: el-nacional.com
 
   
 
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